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Dios es la fuente de nuestra capacidad de amar

1 Juan 4:19
"Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero."


Esta es una declaración profunda sobre la naturaleza del amor. La enseñanza principal es que nuestro amor, tanto por Dios como por los demás, no es una cualidad innata o una iniciativa nuestra. Es una respuesta directa y natural al amor que Dios nos ha mostrado primero. La acción de Dios es la causa, y nuestra capacidad de amar es el efecto. No podemos generar un amor perfecto por nuestra propia fuerza, sino que nuestra capacidad para amar es un reflejo y un eco del amor inagotable que Dios ha derramado en nuestras vidas.

El amor como iniciativa
Así como Dios tomó la iniciativa de amarnos sin que lo mereciéramos, este versículo nos enseña que el amor en pareja no debe ser una respuesta condicional ("te amo si tú me amas"). En los momentos difíciles, cuando el resentimiento o la indiferencia surgen, este versículo nos llama a tomar la iniciativa para amar primero, perdonar primero y servir primero, emulando el ejemplo de Dios.

La fuente de nuestra capacidad de amar
La relación de pareja puede dejar de ser una transacción de "tú me das, yo te doy" para convertirse en un desbordamiento del amor que cada uno ha recibido de Dios. Una pareja puede amar mejor porque ambos han sido llenos del amor de Dios. Su amor mutuo no solo se sustenta en sus propios sentimientos, sino que está anclado en una fuente de amor mucho más grande y perfecta.

El amor como reflejo
El amor en la pareja se fortalece cuando ambos ven que su amor no solo se dirige al otro, sino que es un reflejo del amor de Dios en sus vidas. Esto les permite amar de una manera más incondicional, compasiva y paciente, sabiendo que su capacidad de amar no depende de la perfección de la otra persona, sino de la gracia que han recibido.